viernes, 4 de noviembre de 2011

Información sobre el autor de la Obra Abadía en el encinar.



Caspar David Friedrich (Greifswald, 5 de septiembre de 1774Dresde, 7 de mayo de 1840) fue el principal representante de la pintura romántica alemana, junto a Philipp Otto Runge, siendo la más destacada en el ámbito del paisajismo. Era el sexto de los nueve hijos de Adolf Gottlieb Friedrich, un fabricante de velas y jabones de Greifswald, y su esposa Sophie Dorothea Friedrich, de soltera Bechly.

Primeros año:

Recibió clases de Johann Gottfried Quistrop, profesor de Dibujo de la Universidad de Greifswald, quien probablemente le transfirió su entusiasmo por el paisaje de su tierra natal. Entre 1794 y 1798 estudió en la Academia Real de Bellas Artes de Copenhague, fundada en 1754 según el modelo francés y considerada por entonces una de las Academias más modernas. Allí fue alumno de Nicolai Abildgaard y, sobre todo, de August Lorentzen y Jens Juel, uno de los pintores daneses más importantes del siglo XVIII. Pintó vaciados de yeso de esculturas clásicas, formándose más como dibujante que como pintor. 

En Dresde vivió como pintor y mantuvo su residencia hasta su muerte.

 Madurez: 

En enero de 1818, Caspar David Friedrich de 44 años se casó con la joven Christiane Caroline Bommer, de 25 años. Tuvieron dos hijas y un hijo: Emma en 1819, Agnes Adelheid en 1823 y Gustav Adolf en 1824. Su viaje de bodas lo llevó nuevamente hacia Greifswald y Rügen. Ello dio pie a que ese mismo año pintase cuadros como Los acantilados blancos de Rügen y El caminante sobre el mar de nubes. Su esposa posó, como personaje que se encuentra de espaldas, para su obra Mujer asomada a la ventana (1822). A su hijo le puso el nombre de Gustav Adolf por el rey sueco Gustavo IV Adolfo. Su hijo fue igualmente pintor, pero no alcanzó el éxito que tuvo su padre.
Su situación anímica empeora, cayendo en una larga y profunda depresión, cuando el 27 de marzo de 1820 es asesinado durante un paseo su amigo, el también pintor Gerhard von Kügelgen. El 21 de agosto se traslada con su familia a la casa «An der Elbe 33» de Dresde, situada en el límite de la ciudad, a orillas del río Elba, lo que le permite observar a las embarcaciones que pasan lentamente por delante de su casa. Allí recibió la visita, en diciembre del mismo año, del Gran Príncipe Nicolás de Rusia; este, siendo zar, le compraría más tarde numerosos cuadros a través del poeta Vasili Zhukovski.

Obra: 

Abadía en un bosque (en alemán, Abtei im Eichwald) es un conocido cuadro del pintor romántico alemánCaspar David Friedrich. Data del año 1809. Se trata de un óleo sobre tela que mide 110,4 centímetros de alto por 171 centímetros de ancho. Actualmente se conserva en la Alte Nationalgalerie, Staatliche Museen de Berlín (Alemania). Se trata de uno de los primeros cuadros de su autor, de la misma época que su primera gran pintura al óleo, El crucifijo sobre la montaña, llamado El retablo de Tetschen (1807-1808) y Monje a la orilla del mar (h. 1809), obras que se convierten en seguida en objeto de escándalo y crítica.[1] Junto con este último, se expuso en la Academia de Berlín en 1810, y fue adquirido por el rey de Prusia. No se sabe si la Abadía en un bosque y el Monje a la orilla del mar son cuadros pintados como pareja, no siendo inusual que Friedrich pintase dos o cuatro cuadros relacionados entre sí.
 
Se trata de una vista imaginaria en la que se expresa una originalidad temática y práctica, más trascendental que realista
En este cuadro se ven encinas rodeando las ruinas de una abadía gótica. Friedrich se inspiró en la ruina de la iglesia de Eldena (Pomerania), acentuando su significado religioso mediante el añadido del crucifijo del portal y la ventana por encima de éste. Delante hay una sepultura y una comitiva de pequeñas figuras negras que se dirigen al portal de la ruina.
Theodor Körner, contemporáneo del pintor, describió este cuadro en un verso:
«La fuente de la gracia se ha derramado en la muerte,
Y alcanzan la beatitud
Los que por la tumba pasan a la luz eterna».
Es posible que la obra simbolizase dos mundos: por un lado, el de la era precristiana, personificado en los árboles, sería la época de la religión natural, y por otro lado, el de la era cristiana, con el edificio en ruinas.vida eterna, como parece indicar el poema de Körner. Por otro lado, los monjes pasando junto a la tumba pero dirigiéndose, a través de las ruinas, hacia una zona más luminosa, puede  simbolizar el tránsito hacia la
La parte inferior del cuadro está dominado por un tono sombrío, mientras que más de la mitad superior está dedicado a un cielo iluminado en el que se puede apreciar el contorno de la Luna.